julio 30, 2010

Un día común



-  Una del recuerdo, para que no se note el olvido...
(octubre, 2005)

Hoy me divertí mucho haciendo rechinar mis nuevas chanclas de baño.

Qué dócil y versátil es el plástico mojado…debería haber un champú para eso…"champú para chanclas, deja sus chanclas más sedosas y más manejables"…sería lindo.

Logré hacer ruidos como de gato atropellado en versión "Atropellado Machin" y "Atropellado Leve"

También conseguí un inquietante tono de ratón chiquito y otro de niño de 3 años haciendo berrinche. Ese casi no me gustó.

Sin duda, mi vida es cada vez más excitante.

También preparé macarroni an chis. Mientras hacía los ruiditos. El agua tenía espuma cuando hirvió, pero creo que era por la mantequilla…la mantequilla hace espuma, no?... si no, entonces algo estaba mal. Al final quedaron buenos.

No hice nada más. Llegué a la redacción del MUNDO R. Me senté frente a esta máquina y no volví a saber nada de nada. Sólo que hay futbolistas que ganan el equivalente a la deuda externa de su país. Qué mierda...y yo sin cobrar mi sueldo.

Besos de negra común

julio 28, 2010

Después de la tempestad...


 A don Rogelio le duele la espalda de tanto estar sentado en ese viejo bote de plástico. Le duelen los pies de tanto remojarselos en agua y le duelen las manos por las malditas ‘riumas’. Pero lo que más le duele a don Rogelio es ver su casa convertida en madera remojada flotando en medio de la enorme laguna en la que se ha convertido todo su terreno.

Cuando avisaron del huracán ‘Alex’, el hombre, quien tiene más de 20 años viviendo en las márgenes del Río Bravo, pensó que iba a ser como con los otros. No fue así.

“Siempre dicen que la creciente, que va a crecer, que hay que salirse, que el río es muy peligroso y todo… pero nunca nos había pasado nada”, reconoce don Rogelio, con la mirada clavada en una de sus gallinas que flota junto a los restos de una jaula.

Desde donde está sentado, sólo se alcanza a ver una parte del techo de lámina de su casa. La copa de unos árboles y montones de plumas de gallinas revueltas con botellas de plástico, bolsas transparentes y pedazos de lo que alguna vez fue una cerca pintada de azul.

Un mechón de cabello amarillento le sale por un lado de su gorra desgastada. Desgastada como sus quejas con el Municipio, de donde no ha podido sacar ni una sola de las 43 mil despensas que el Gobierno de Tamaulipas prometió para los damnificados.

Dice que tenía como unas 20 gallinas y dos marranos. De las 20 que tenía, unas se le murieron la primera noche que tuvo que dejar su casa porque comenzó a meterse el agua… las otras, sabrá Dios. 

"Lo mismo que a los marranos, se las han de haber llevado algunos de los ‘coyotes’ que anduvieron saqueando las pobres casas los primeros días después del huracán", dice, más con la resignación que deja la molestia.

Y es que cuando pasó la tempestad de ‘Alex’ llegó de todo, menos la calma.

Llegaron los ‘coyotes’, llegaron los soldados, llegaron los moscos, llegaron los malos olores, llegaron las ‘riumas’, y llegaron esas jodidas ganas de llorar que no lo dejan ni un rato… pero don Rogelio no llora, se aguanta… y no por macho, si no por miedo a tirar más agua. No vaya a ser.



julio 17, 2010

De los ladrillos rotos...


En Pedro Páramo, una de mis novelas favoritas, llega un momento en que Juan Preciado se da cuenta de que todos en Comala están muertos. Juan Rulfo escribe sobre la muerte y aún así el relato es hermoso. En la vida real, hablar/escribir de la muerte no tiene tanto encanto.

Si era niña (y era), yo quería que se llamara Sofía. Fernando prefería Victoria. Ambos concluimos que los dos nombres juntos no combinan, entonces no decidimos. Ahora habrá tiempo para repensarlo. Para volver a estar indecisos.

Para muchos (para mi), escribir es la mejor (única) forma de curarse. Es la mejor (única) forma hacer que las heridas se hagan costra. De sacar eso que te duele, exprimirlo, extenderlo en una hoja blanca y dejar que se seque poco a poco… Es la mejor (única) forma de dejar de ser un ladrillo roto en una barda desecha.


julio 05, 2010

El día que el Internet superó a la ciencia médica

El sábado tenía cita con la doctora para que me hiciera el “eco” y por fin saber si debo tapizar de rosa con princesas o de azul con carritos el cuarto del engendro.
Resulta que cuando llegué, la secretaria había cometido un lamentable error y no me tenía apuntada. Con jeta y todo hicimos cita para el lunes (es importante destacar que las citas son a las 9 de la mañana y que yo, en todo mi plan de mujer embarazada con posibilidades, dejé mi trabajo matutino argumentando que necesitaba dormir más…. Entonces, la sola levantada ya es un punto en contra).
El lunes, de nuevo medio dormida y molesta (a mi me molesta despertarme, siempre. Alguna vez leí que no se puede esperar nada bueno de un día que comienza con tener que levantarse, y desde entonces es mi filosofía de vida) llegamos al consultorio, de nuevo con la renovada esperanza de saber el sexo del frijol.
Oh, sorpresa. Pues a la doctora le surgió una “complicación” en un parto y pues con la pena pero lo de saber nimiedades lo dejamos para otro día… “usted ponga fecha”, dijo con aquella desfachatez la secretaria.
Cómo pa’ qué, dije yo, si de cualquier forma me va a ver cuando quiera. Total que salimos y de despedida le dejamos a la secretaria el clásico, pero infalible: “Yo te llamo luego para reprogramar la cita” (tu no me llames, yo te voy a llamar).
Tras esos dos tropezones con la ciencia, me decidí por la opción a la que llegan todos los desesperados: el Internet.
En complicidad (por coincidencia) con Ana encontramos una serie de respuestas que sólo nos comprobaron que el Internet está, por mucho, más avanzado que la pobre ciencia médica.
En una página con sólo mi edad y la fecha de “preñez” me dijeron que era niña. Cero complicaciones, adiós ultrasonidos y tonterías de esas... además era cosa de los Mayas, y a mi me perdonan bastante, pero  los Mayas eran de todo, menos una bola de ignorantes.
En otra, que también se veía muy seria, decía que sólo tengo que tomar una pequeña muestra de orina y mezclarla con Drano. Así de simple. Con algo que uno tiene en su casa, sin necesidad de aparatos especiales ni nada… explicaba la sesuda página que, dependiendo del cambio del color en la misma, yo estaría esperando un varoncito, una niñita o una explosión... riesgos menores con tal de saber de qué color pintar las paredes, digo yo. (Ese lo dejé pendiente para un día menos nublado)
Y por último, pero no al final, encontramos la inescrutable y ya clásica prueba de la aguja colgando de un hilo rojo sobre la panza. Si hace ruedas es niña, si hace rayas es niño… aquí, además de que el método es fácil de encontrar en Internet, incluye también cuestiones de física, para aquellas personas quisquillosas. Internet y física? Ni quién mate ese par. La aguja con el hilo rojo hizo ruedas... niña será.
Dos de tres, es más de lo que cualquier apostador necesita para convencerse, y yo no soy ningún apostador y sí muy fácil de convencer (si no lo fuera no estuviera buscando saber el sexo de nada).
Así que, con tantas respuestas flotando por la red, no pienso, en absoluto, hacer ninguna cita con esa bola de charlatanes que sólo quieren quitarme mi dinero… aunque también pensé en la opción de ir, ya con los resultados de mis tres pruebas de Internet en la mano, y ahí, delante de todos los demás ingenuos que como yo han caído en sus garras, desenmascararlos y así evitar que sigan haciendo tanto mal.