octubre 17, 2010

Del verbo acostumbrarse...


Mentira que te acostumbras. Uno dice que sí, pero nel. No es cierto.
La violencia que abraza la ciudad es común y es cotidiana. Es tema de conversación en cualquier lugar, es incluso, un tópico natural en los niños. Esta generación ha crecido viendo soldados y escuchando balazos. Hablan de eso como de cualquier programa de televisión. Pero no es cierto que uno se acostumbra.
Porque cuando te acostumbras a las cosas es como si dejaran de importarte. Las haces o las dejas de hacer en automático y no te causa problema alguno. Sin embargo, uno no se acostumbra a escuchar balazos. Cada vez se siente ese encogimiento en la panza. Cada vez se siente ese frío que te recorre el cuerpo. Y tratas, casi siempre, de hacer que no pasa nada. Y tratas, casi siempre, de hacer como que sigues con tus cosas. Pero por dentro te cagas machín. Te da miedo. Sientes pena por ti y por los demás por vivir así. Sientes impotencia. Sientes coraje y sientes hartas ganas de llorar.
Y ves a quienes no ocultan su miedo, a los que se tiran al piso o se ponen de espaldas a una pared y hasta te burlas y les dices: ¡Ay, ya, no es para tanto. Nomás son balazos”. Pero por dentro dices: “Shingado, estoy igual de asustado que tu, pero no voy a ceder. No voy a darle cancha abierta al miedo”. Entonces le dices que tu ya estás acostumbrado a eso.
Pero cuando los vidrios truenan o se rompen por el sonido de una bazuca. O cuando escuchas el golpe seco de un carro y luego el PUM.PUM.PUM. duro, cortado, sin eco… es un abrazo helado. Y nadie se acostumbra a un abrazo helado.
Así que la próxima vez que me preguntes si ya me acostumbré a estar en esta ciudad y te diga que sí, y te asegure además que no es para tanto, que nomás son balazos, ya sabes lo que pasa. 

3 comentarios:

Dave Gatovich dijo...

Bravo.

Gracias por escribir lo que siento sin que te lo haya contado.

Anónimo dijo...

我只是想尽快作出评论说,我很高兴我找到了你的博客。谢谢

Anónimo dijo...

NUNCA ACOSTUMBRARSE!!!


SALUDOS CORDIALES DESDE MONTENARCO,
PERDÓN! MONTERRANCHO,
PERDÓN! MONTERREY.