mayo 30, 2010

Cosas rotas


Pablo Neruda tiene un poema a las cosas rotas: “Se van rompiendo cosas en la casa, como empujadas por un invisible quebrador voluntario”, dice.
Cuando lo escribe él, pues suena bonito. Cuando pasa, no es nada lindo. 
Esta semana ha sido la semana de las cosas rotas. Nada de metáforas endulzadoras de realidades. Cosas de verdad, rotas de verdad.
La primera cosa rota fue el vidrio lateral de la camioneta. El lunes. Tenía un golpe que, nuestras teorías de investigación (más tipo PGR que tipo CSI) determinaron que fue un desafortunado accidente, sin culpables, por supuesto. Pero, cuando fuimos a la vidriera nos dimos cuenta de que lo más desafortunado no era el golpe, si no los 2 mil 200 pesos que costó el accidente.
Desafortunado: persona sin fortuna.
Eso fuimos nosotros cuando dejamos esa fortuna en manos de un señor que ni siquiera usa camisa interior y que en menos de 5 minutos puso en su sitio el vidrio aquél que, con lo que pagamos, esperaba yo ver algo así como un cristal tipo LCD o que viniera con alguna etiqueta de “hecho por mano de obra infantil tailandesa”… pero nel. Era un vidrio mucho más corriente que común, porque además, tardó dos días en llegar.
Pero apenas era miércoles. Justo regresaba yo a 35 kilómetros por hora (no se fuera a romper de nuevo la tele de plasma que me vendieron como vidrio lateral) cuando noté una singular rayita en el cristal del parabrisas.  No le di la menor importancia. Luego, como que me pareció que la rayita se movía. Eso no puede ser, pensé yo llena de confianza. Entonces, justo en un alto, le seguí el rumbo con la vista a la misteriosa y activa raya… cuando llegué al origen, sentí que se me fue el aire. Un shingazo, pequeño pero jodedor, justo en el lado del copiloto del parabrisas. Como una sutil telaraña de la que salían hilos de plata que abarcaban ya en ese momento casi todo el vidrio.
¿Por qué cuando uno se encabrona por cosas tan absurdas se talla la cara fuerte con las manos como si eso resolviera algo? 
Es un misterio. 
El hecho es que tallé mi cara fuerte con las manos como si eso resolviera algo. 
El chiste: mil 200 pesos. Menos que el plasma, eso sí. 
Pero apenas era miércoles.
El jueves me desperté mal. Con esos achaques de señora embarazada, pero de las que tienen dinero. De las que se pueden dar el lujo de quedarse en la casa con las patas levantadas y nomás esperando que María les lleve el agua fresca. 
No está de más aclarar, que no son de esas. Y que conste que no es porque yo no quiera o me parezca superficial. No lo soy porque no tengo posibilidades, así que con todo y mis achaques me fui a trabajar. Mal todo el día. Mal. Mal.
En la noche cuando llegamos a la casa, subí a la recamara mientras mi marido (dechado de virtudes – y a falta de María- ) preparaba algo para cenar. 
Me acerqué al mueble donde está la tele para tomar un libro. De repente, me movieron el piso. Sentí como si llevara unas 7 caguamas y anduviera en ayunas. Luego me sentí livianita, livianita y entonces como que me “desvanecí”, y de todos los rincones de la casa en donde pude haberme desvanecido sin peligro y a placer, lo hice junto a la tele. Trágicamente junto. 
Por un momento como que se me oscureció el mundo y la luz llegó cuando escuché clarito las 42 pulgadas caer al piso y hacerse garras.
Si había dicho al principio que no había metáforas en este cuento de cosas rotas, me retracto. Juro que escuché el corazón de Fernando romperse en pedazos. 
Ya estaba el pobre parado en la puerta de la recamara con un plato en cada mano. Vi cómo se le iba el color de la cara (cosa nada fácil).
Aún así, tengo que reconocer que tuvo el arrojo de: 
1) no soltar los platos
2) primero ver si yo estaba bien 
3) no dejarme en ese momento y para siempre
Dos minutos de “estás bien?, qué te traigo? Siéntate aquí” y luego... su mirada al piso. 
Esa mirada igualita a la de cuando tienes 6 años y atropellan a tu perro frente a ti. 
No esperé a que me pidiera unos minutos a solas con “ella”. Tuve el aplomo de salir de la recámara y dejarlo ahí, con sus sueños igualitos que el vidrio lateral, el parabrisas y la tele… rotos machín.
“Que suene como un río lo que se quiebra, y que el mar reconstruya con su largo trabajo de mareas tantas cosas inútiles que nadie rompe, pero se rompieron”, dice el buen Neruda.

mayo 27, 2010

De primera mano



Desde que era pequeño, a Rogelio le gustaba mucho saber sobre el narco. Los muertos, las balaceras, los enfrentamientos… Creció en un barrio lleno de “coyotes” y “halcones”. Los que se dedican a cruzar indocumentados por el Bravo y los que hacen labores de vigilancia para “los malos”.

Esos eran sus camaradas. Tenía más. Algunos más decentes, pero para saber de todo lo que pasaba en el rancho nomás esos eran los buenos. Por eso se juntaba con ellos, no mucho, nomás lo suficiente para que le contaran cosas. Cosas no muy complicadas, cosas de esas que todos saben, pero que nadie las cuenta mejor que los que están bien metidos.  A Rogelio le gustaba saber de primera mano.

Nunca se metió a eso porque le tenía más miedo a los regaños de su mamá que a morirse de un balazo. Pero en el fondo, siempre quiso entrarle.

Con muchos esfuerzos, Rogelio consiguió un buen trabajo, formó una familia y hasta le quedaban ánimos para hacer planes. Ampliar su casa, comprar un terreno, poner un negocio…

El viernes pasado lo encontraron muerto junto con otros tres a la orilla del río. Tenía las manos atadas en la espalda, cinta gris en la boca y los ojos, y un tiro seco en medio de la frente.

Dicen se lo llevaron por error cuando andaba con los otros tres. Que esos sí eran “halcones” y habían quedado mal con alguien. Rogelio nomás estaba con ellos, enterándose de las nuevas noticias del narco.  Alguien ahorita, está contando su historia. 

mayo 23, 2010

La esquizofrenia del embarazo


Son 10 semanas y la cosa como que se compone. 
Más vale que los paliativos de quienes me han asegurado que lo peor son los primero tres meses, se cumplan. Porque no imagino estar así los nueve.
Yo sé que hay quienes piensan que exagero (mientras no lo piense mi marido que es el que cumple mis caprichos, al carajo) y sé que también hay quienes dicen que todo este brete es sicológico. Si es así, he estado desperdiciando mi poder mental y a la mera hasta a la telequinesis le hubiera podido hacer desde cuándo y no estarme parando a cada rato por el plato de confleis.
Lo que sí, es que prometo no volver a burlarme de las mujeres achacosas. Ni de las que sufren de hipocondría ni de las que no saben poner un foco… sabrá dios qué otros castigos me esperan si no muestro mi tolerancia desde ya.
Pero una cosa que debo destacar es el asunto de la esquizofrenia del embarazo. No se cuál sería la forma correcta de decirlo, pero es lo mejor que se me ocurre para explicar el hecho de que, de un momento a otro, uno dejó de ser uno para ser dos… y bien distintos.
Como dijo una amiga: “acéptalo, a partir de ahora tu eres sólo una incubadora”. No importan mis gustos ni mis aficiones ni mis vicios ni mis costumbres nocturnas. 
Como chayotes con singular alegría (foto que debería mandarle a mi madre que nunca consiguió tal cosa), querer pintar es como querer poner a un chango a tocar el piano, el cigarro y la cerveza me producen nauseas (tranquilas defensoras, no es que fume ni tome, pero el olor a cuatro cuadras ya me molesta) y ni hablar de desvelos, porque para las 10 de la noche el sueño es tan insoportable que no hay opción de nada más.
¿Dónde quedé? ¿Dónde aquel brillo en los ojos, apá? 
Ah, porque esa es otra! 
Para quienes aseguran que las mujeres embarazadas se ven radiantes todo el tiempo, pues serán las de la tele o las que tienen chacha, porque a mi nada que me luce.
Que según es porque el cuerpo está produciendo más sangre de la normal y eso mejora la apariencia, quesque la felicidad lo pone a uno muy lindo… pues que me chequen porque a mi se me hace que conmigo eso no está pasando.  Yo cada día me veo menos vigorosa. La felicidad la llevo por dentro y bien oculta. 
Ya sólo quedan dos semanas... veremos.

mayo 17, 2010

Ciudadanos de segunda


El viernes “secuestraron” a Diego Fernández de Cevallos. Y pongo secuestro entre comillas, porque, según el diccionario “El secuestro es el acto por el que se priva de libertad de forma ilegal a una persona o grupo de personas” (hasta ahí concuerda) “normalmente durante un tiempo determinado” (sí, eso también) “y con el objetivo de conseguir un rescate u obtener cualquier tipo de crédito político o mediático”… ahí es donde me pierdo.
Si la intención es conseguir un rescate, pues hacen la llamada y lo piden, no? Ahora, habrá que ver si no es que ya se hizo esa llamada, pero nuestras herméticas autoridades no lo han dicho… porque, eso sí, han dicho de todo, menos de peticiones de rescate.
Habló el Presidente y pidió el rápido esclarecimiento. Habló Fox y se dijo consternado. Habló la Iglesia y pidió a Dios y a los santos por el hombre. Hablaron los partidos exigiendo justicia. Habló hasta el presidente de España para mostrar su apoyo…
Según un trabajo del Instituto Ciudadano sobre Delitos e Inseguridad (ICESI), en el 2008, se cometen en promedio 17 secuestros al día en México. Pero el mismo ICESI asegura que la “cifra negra” (o de casos no denunciados) es de 9 por cada secuestro declarado… es decir que serían, por día, unos 153.
Y, no se ustedes, pero yo no he visto a Calderón ni a Fox ni a la Iglesia ni a los partidos y menos al presidente de España hablar 153 veces al día de todos los demás secuestrados… es más, ni 17 veces.
Ahí es donde uno comienza con dudas y malos pensamientos… ¿Por qué es más importante “El Jefe” Diego que los otros 155 secuestrados diarios? 
¿Por lo mismo que fue más importante Paulette que los 49 niños que murieron en Hermosillo? 
¿Por qué no es lo mismo morir en Interlomas que en una guardería del Seguro Social? 
¿Por lo mismo que el caso de Salvador Cabañas no fue igual que el de los cientos de jóvenes que balean en los bares todas las noches? 
No me parece.
Entiendo las repercusiones políticas de una situación así ( o más o menos las entiendo). Me queda claro que la desaparición de un personaje público es un desafío por parte del crimen organizado, es decirles a todos “podemos hacer lo que queremos cuando queremos lo mismo con alguien en un bocho que con alguien en una Tahoe”… 
Pero, pues eso ya lo sabemos. A nosotros, ciudadanos de segunda, eso nos queda perfectamente claro. A todos, menos a las autoridades…. 
Ellos necesitan la muerte de una niña de Interlomas para conmoverse. Necesitan la violencia hacia un jugador de futbol para cerrar un bar. Ellos necesitan la desaparición de un ciudadano de primera para exigir justicia y el rápido esclarecimiento. No me parece. 

mayo 14, 2010

Breve e insulsa reflexión

En medio de mis molestos achaques y mis interminables arrebatos de sueño, me di tiempito para una breve, pero muy profunda reflexión.
Ortodoxos creyentes y personas susceptibles a los temas de religión, evítense la pena y mejor hagan clic aquí.
Los otros, la pedacera hereje, continúen bajo su propio riesgo.
La reflexión es la siguiente:
Según la Biblia, el único propósito del sexo es la reproducción... verdad?
Y se supone que NO cumplir con el mandato divino trae consecuencias, castigo, anuncio o advertencia divina... no?
Luego entonces, tener sexo nomás por el puro gusto es pecado. Usar condón también es pecado... estamos?
Mi duda pues es...
Cuando tenía sexo por gusto y con condón me sentía súper sana, radiante y feliz, era yo un cascabelito de la sierra. Ninguna consecuencia, castigo, anuncio o advertencia divina visible.
Ahora que cumplí con el mandato bíblico de la reproducción, ando que me lleva la shingada, con cara de mal cogida, con ojos de jícama con chile del maldito sueño y vomitando por los rincones temerosa que alguien me vea... ¿ese es el premio??? Hombre! pues gracias, eh.

mayo 07, 2010

De la esquizofrenia y la reivindicación


Hace días, tuve una desafortunada incursión como blog invitado en un periódico regional. A mi favor puedo decir que el texto íntegro había sido escrito al garete como mero desahogo personal y cuando el encargado de la página de internet de dicho periódico me pidió autorización para usar mis piensos, ni siquiera le entendí para qué lo quería. Nomás dije sí. (moraleja: decir sí sin saber a qué puede producir humillaciones públicas. Se me ocurren como 200 ejemplos más de esto, pero no ahondaré en el tema... por ahora).
La cosa es que el asunto de mi texto de verdad era interesante. Mal planteado y fuera de contexto en ese blog, pero interesante. Por eso ahora que me dieron la oportunidad de escribir aquí decidí reivindicarme... o tratar, que al fin tampoco es que mi reputación tenga mucho que rescatar.
El escrito en cuestión era sobre la controvertida Ley SB1070, para los más coloquiales, la Ley de Arizona que implicaba detener a cualquiera con aspecto de inmigrante ilegal (que para ser más precisos ahora fue modificada a Ley HB2162, para prohibir el perfil racial en las detenciones y de paso hacerla aún más contradictoria).
Y es que de entrada ¿qué es "aspecto de inmigrante ilegal"?
O sea, ¿cómo distingues a un inmigrante legal, de un residente con antecedentes penales o de un descendiente de inmigrante legal?
Es como cuando fui a cambiar un IPOD porque no sonaba y la muchacha de atención a clientes se lo puso en el oído y me preguntó: 
- ¿Se le cayó?
Nop.
- Es que suena como si se le hubiera caído.
¿Cómo carajos suena un IPOD que se cayó, si además lo llevé justamente porque no sonaba nada? 
Si después de eso me dice que suena como si se cayó de una altura de 75 cm mientras sonaba una canción de Black Sabbath juro que le hubiera echado agua bendita (de esa que nunca me falta en mi bolso adornado con chaquiras). Sólo a esa mujer le podría creer que sabe distinguir a un inmigrante ilegal de uno legal. A nadie más.
Bueno, me desvié. 
El punto era que sobre esa Ley yo tenía un esquizofrénico debate. Una parte de mi (no sé determinar cuál parte exactamente) justifica el hecho de que ellos, los gringos, tengan todo el derecho de poner las reglas que se les antoje en su país. Que para eso es de ellos.
Si yo quiero que a mi casa sólo entren personas vestidas de azul, pues sólo esas van a entrar que es muy mi casa y yo la pagué (bueno, la tiene el infonavit, pero el punto es que las escrituras son mías). Si estoy o no en un error, o si los demás están o no de acuerdo, es otro boleto. Derecho a hacerlo, tengo. Y al que no le guste, pos que no vaya a mi casa.
Pero por otra parte está el asunto de la naturaleza de gringolandia. Un país formado y, en gran parte sostenido, por inmigrantes... legales y/o ilegales.
Un país que no tiene aborígenes porque los mataron a todos ( y luego hicieron Pocahontas para calmar su conciencia). Un país hecho con pedazos de todos los demás países. ¿Cómo se atreve un país así a poner ahora restricciones a lo que por años los ha mantenido con vida?
Son racistas, violadores de los derechos humanos, necios, intransigentes, soberbios y mil cosas más... pero entonces viene otra partecita de mi debate personal: Pero si ya sabemos cómo son, ¿pos a qué vamos??? 
Busquemos las soluciones ACÁ. Tratemos de generar, ACÁ, más fuentes de empleos. Usemos toda esa energía que ahorita gastamos en marchas de protestas por esa Ley, en marchas para que los jornaleros ACÁ sean mejor pagados, para que el gobierno ACÁ se ponga a hacer su jale, para que la gente ACÁ pueda aspirar a una mejor calidad de vida. Una vida decente, que tampoco nadie les garantiza que allá la van a conseguir.
El esfuerzo es el mismo. Yo no lo sé de cierto, pero supongo que cansa igual la pizca del algodón allá que aquí. Cansa igual limpiar una casa allá que acá. Cansa igual limpiar un jardín allá que aquí. Porque no nos hagamos, cuántos de los mexicanos que se van de ilegales tienen la posibilidad de poner un despacho de abogados, o armar una empresa de publicidad... no.
Si muchos de los inmigrantes ilegales terminan haciendo eso allá, por qué no pelear para que esas mismas cosas sean bien pagadas acá... ¿no? 
¿O que de plano será muy complicado?

mayo 05, 2010

Y lo que falta...

Apenas son 7.3 semanas. En la pantalla, el frijol negro en medio de la estática uterina mide 1.7 cm y, según la doctora, está latiendo. Eso lo sabrá ella y por lo que cobra más vale que tenga razón.

El caso es que el engendro no tiene ni forma aún y ya shinga y shinga mucho a su madre.
Ascos por la mañana y ascos por las noches.

He llegado a pensar que a lo mejor soy alergica a la cosa materna... espero que no porque ya me compré mis pantuflas de conejito y mi bata rosa de algodón que me garantizarán un beibi chauer del Corico y del Jhio.

Lo malo es que debo aguantar estoica los malestares porque ni siquiera puedo aplicar la clásica: "Qué habré hecho para merecer esto?" porque bien sé lo que he hecho y hasta se me hace que salgo debiendo... mejor ni moverle.

El caso es que todo ha sido muy extraño. Desde entender que es normal que la gente me toque la panza cuando se entera (aunque haya menos bulto que después de una taquiza) hasta tener que aprenderme la respuesta correcta para cuando preguntan qué quiero que sea:
"Ay - tocándome la panza y bajando la voz- pues mientras tenga 5 deditos en cada mano, que sea lo que dios quiera".

Lo que sí es que, la "brujería" ejercida por mis tías durante décadas siempre ha dicho que será niña. Y quién podría dudar de una aguja colgada de un hilo rojo dándo vueltas sobre la palma de la mano? ... yo no me atrevo.

Además, si eso de que el que la hace la paga es cierto, será niña y será bien jota. Le gustarán los vestidos con encajes rosas y los moños en la cabeza. Usará pinturitas desde los 2 años y sólo querrá jugar a las barbis... de alguna manera he de pagar todos los platos que dejé rotos por el mundo.

Amanecerá y veremos... mientras tenga 5 deditos en cada mano y salga buen@ pa los mandados, habrá valido la pena.

mayo 04, 2010

Advertencia


Cuando decidí reabrir este blog me encontré con una opción que decía: desea poner "material para adultos"?
La cual se supone les manda una advertencia a los potenciales usuarios que se tratarán temas que pueden herir algunas susceptibilidades.
Estuve a punto de marcarlo. 
Y es que, aunque la idea de volver a escribir viene un poco por necesidad propia para saciar ese vicio (que es el único que se me permite tener ahora) y otro poco por la muy halagadora petición de mis fieles seguidores (casi tan frikis como los de Maciel, ciertamente) de antemano les digo que las cosas no serán las mismas.
Digo, prometo con la mano en la panza tratar de entretenerlos, pero dadas mis "condiciones" habrá post en los que será inevitable mencionar más de una vez "nausea" o "vómito"... y con suerte, ambas.
Y lo peor es que no será como en aquellos tiempos en los que esas dulces palabras estaban directamente ligadas con una noche de copas una noche loca... no, señores, eso se acabó.
Así que, advertidos están y bienvenidos de vuelta.